febrero 18, 2017

Cuentos Para Vivir

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Cuentos Para Vivir

Cuando era pequeño y mi mundo se reducía a media docena de calles, y los límites de la realidad los marcaba el final del pueblo y el coche de línea, la evasión iba de la mano de los cuentos, de la chimenea encendida en invierno y las noches estrelladas en verano. Cuando era muy pequeño y no quería comer el almuerzo que mi madre preparaba a la lumbre, ella inventaba para mí historias donde cambiaba las lentejas por cualquier alimento de los cuentos.
En la imaginación de mi madre era una fabulosa lenteja la que impedía dormir a la doncella en el cuento de La princesa y el guisante. También Pulgarcito cambiaba las miguitas de pan por lentejas que le señalan el camino, y la pobre lechera llevaba un puchero con lentejas recién cocinadas.
Ahora, que soy muy mayor y que ya no necesito de cuentos para comer, daría todo lo que tengo por recuperar uno solo de aquellos instantes, por volver a mi vieja casa, sentarme junto a la chimenea, oír a mi madre llegar con el puchero, arrugar la frente para decir que no y así poder oír un cuento nuevo con el que poder comer… y vivir.

 

Nombre: Alberto Palacios Santos
Salamanca