febrero 25, 2023

Finalista: «Error imperdonable»

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Nunca me arrepentiré lo suficiente de lo que le hicimos al pobre Ernesto. En aquella época teníamos tan solo ocho años, aunque suene a ridícula excusa, y su madre hacía las lentejas más deliciosas del mundo, con tropezones de chorizo y un sabor a tocino que se te quedaba impregnado en la memoria del paladar durante meses. Por si fuera poco, tenía las manos siempre dispuestas para acariciarle la cara, los hombros, la espalda. ¡Y cómo le sonreía con los ojos! La envidia nos corroía las entrañas y le odiábamos por ello. Por ella. Le poníamos la zancadilla, rompíamos sus deberes, escondíamos sus zapatos para que llegase tarde y le dejasen sin recreo. Y entonces ella le abrazaba con más cariño si cabe y le secaba las lágrimas a besos y le hacía cosquillas hasta que estallaba en carcajadas.

A punto de empezar el verano, fuimos de excursión y, cuando nadie miraba, lo empujamos por un barranco. Todos creyeron que fue un accidente y no pasó nada, pero yo no he podido superarlo todavía. Su madre, la única madre que había en el hospicio, se marchó para siempre. No he vuelto a comer unas lentejas como las suyas.

Margarita del Brezo Gómez Cubillo, de Ceuta.

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Narrado por David Sentinella