Clotilde era adivina, pitonisa, futuróloga, o como ustedes gusten llamarla.
Basaba su método de adivinación en el ancestral uso de las lentejas y la quiromancia. Unía la lectura de las líneas de la mano con la de las marcas que la legumbre dejaba en la palma. Con esta técnica, heredada de su tatarabuelo, auguraba buenas nuevas, encontraba objetos perdidos o preveía catástrofes. Por eso el día que Fernando desapareció, acudimos a ella. Su mujer cogió un puñado de lentejas y abrió la mano lentamente, dejándolas caer. Clotilde sentenció: «muerto en aguas dulces». Fue por ello que el día que Fernando apareció en casa -dicen que se marchó con un nuevo amorío que le salió rana- no nos
quedó mas remedio que lanzarlo al río de cabeza; al fin y al cabo, Clotilde no había fallado nunca.
Raquel Arriero Ventura, de Moraleja (Cáceres).
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